Muchas veces se dice que la preocupación y la movilización de las personas por su salud, nace solo de la sociedad civil. Esto nos hace olvidar que la salud de una nación es responsabilidad de todos. Del gobierno, asegurando acceso a la salud y a medicamentos que conlleven a una mejoría en el estado de salud del paciente.
De las instituciones; que brinden servicios óptimos en donde los pacientes se sientan satisfechos, seguros y que están recibiendo un tratamiento que hará todo lo posible para su mejoría.
De la industria; en innovar e investigar tanto como sus recursos y sus ensayos lo permitan para tener de nuestro lado a la última tecnología que nos ayudaría a combatir el VIH, cáncer, TBC; y aquellas enfermedades de las que lamentablemente todos somos víctimas directa o indirectamente.
De la sociedad civil; velando porque todos los actores cumplan plenamente su rol, y no se descuide ningún paso para salir adelante en cada una de estas difíciles y muchas veces desesperantes situaciones.
En el caso del cáncer; la situación no es tan nefasta como normalmente se piensa, pues hay un alto índice de pacientes que podrían mejorar su salud al punto de curarse, siempre y cuando se siga el procedimiento adecuado. Pues la persona que lamentablemente es víctima de esta enfermedad; no fallece por el simple hecho de tenerla, sino por no haberse tratado a tiempo. En el Perú, 8 de cada 10 casos son detectados cuando se encuentra en una fase avanzada.
Muchos pacientes logran una notable mejoría gracias a los avances de la ciencia; hoy por hoy, existen productos biológicos que son capaces de atacar directamente a las células cancerígenas, brindando una mayor expectativa de salud.
El problema es cuando se sustituye a aquellos medicamentos que tras un trabajo de años, han demostrado parámetros de calidad y eficacia en el tratamiento; por otros que supuestamente son idénticos pero de menor costo. Bienvenidos sean estos medicamentos mientras aseguren que tendrán el mismo efecto que aquellos que tiene un amplio bagaje de investigación que respalda su eficiencia, calidad y seguridad en el tratamiento de aquel paciente y su familia quienes ponen todas sus esperanzas en aquel medicamento que podría cambiarles la vida a todos y cada uno de ellos.
El Estado tiene el deber de velar por la seguridad del ciudadano; sin oponer a este, interés económico, político o personal.
El gobierno no puede permitir el ingreso y la distribución de aquellos medicamentos que no han probado su capacidad de acción solo por ahorrar dinero al Estado. ¿Acaso no es mejor ahorrar lágrimas y sufrimiento; para poder derrochar esperanza y calidad de vida?
En el Perú se estima que hay 55 mil casos nuevos de cáncer al año; cifra alarmante pues según la OMS, podría elevarse el número de casos a más de 85 mil al año para el 2035.
Además, actualmente se registran hasta 8 mil casos nuevos de cáncer de mama al año; atacando a más del 32% de mujeres peruanas.
Y a pesar que gran parte de ellas podrían salvarse de un triste futuro, gracias a una prevención y una concientización. También podrían tener mayores esperanzas; quienes se detectaron a tiempo y están en tratamiento, siempre y cuando reciban medicamentos de calidad que les aseguren la mejoría que todas ansían entre sollozos y plegarias.
Un medicamento que tenga estudios que respalden su efectividad en los tratamientos no solo ayudaría a reducir las penosas cifras de pacientes; sino también a que todas esas madres, hijas y esposas puedan tener la esperanza de abrazar una vez más a sus seres queridos.
Atentamente,
Responsable de Comunicaciones
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